Este 7 de octubre, tras realizar la oración mariana del Ángelus en el Vaticano, el papa Francisco ha llamado a rezar el rosario durante todo este mes para contrarrestar las pretensiones del diablo de dividir a la Iglesia católica.
"Renuevo la invitación a rezar el rosario todos los días en octubre, concluyendo con la antífona 'Bajo tu protección' y la oración a San Miguel Arcángel, para repeler los ataques del diablo, que quiere dividir a la Iglesia", declaró el sumo pontífice.
Es una presencia continua en las palabras de Cristo y una enseñanza infalible de la Iglesia. Pero que Francisco lo asegure es noticia para muchos, ese es el estado de incertidumbre en la Iglesia.
«Existe, sí, es verdad, y es nuestro mayor enemigo», ha dicho del Diablo el Santo Padre en una improvisada catequesis con niños en la parroquia romana de San Crispín, que visitó este domingo pasado.
Que un Papa confiese públicamente la existencia del Diablo debería ser cualquier cosa menos noticia, pero los lectores de InfoVaticana y cualquier católico mínimamente atento a las noticias doctrinales que llegan de Roma saben que las viejas certezas son vistas con impaciencia por los fautores de la ‘renovación’, que no hay que «hacer de la verdad un ídolo» y que, como escribía el teólogo favorito del Papa, el cardenal Walter Kasper, «los dogmas no dejan nada definitivamente asentado».
Y está también lo de Castillo. Leíamos la semana pasada en Religión Digital este titular: ‘José María Castillo: «No existe el demonio. Es una figura mítica para describir en aquellos tiempos el mal». Castillo es una de las firmas de ‘la casa’, uno de los teólogos de su escudería, y Religión Digital cuenta, además, con esas bendiciones implícitas de la jerarquía española que son las filtraciones y los contratos publicitarios.
La frase es lo bastante sorprendente y tajante como para que, siendo la última de la entrevista que le hacen, la usen para titular el texto, aunque todas las declaraciones de Castillo despliegan una concepción del cristianismo que se da de bofetadas con la doctrina católica perenne.
Así, Castillo presenta el cristianismo como la antítesis de la religión, como su opuesto dialéctico, y al propio Cristo como un debelador de la estructura religiosa de su tiempo. «Si leemos los Evangelios, el conflicto entre el Evangelio y la religión es constante, casi desde el principio hasta el fin», asegura. Y añade: «Lo que Jesús enseñó fue el Evangelio, en conflicto con la religión. ¿Ve el contraste? Jesús no fundó un templo, no fundó un sacerdocio, no instituyó rituales. Jesús era un predicador ambulante, en el que resaltan tres cosas, su preocupación por curar enfermos, por la salud, curaba a un ciego, un manco, un paralítico… Jesús curaba a todo el que podía. Incluso hay un caso que resucitó a un muerto. Pero estos relatos no se pueden tomar al pie de la letra».
Es decir, que Jesús era un terapeuta, sin nada especial, ni siquiera la capacidad de hacer milagros, salvo su profunda dedicación. «Es una manera de decir que Jesús, donde veía sufrimiento, lo aliviaba. La primera gran preocupación del Evangelio es la salud. Es lo que más nos preocupa a todos. La segunda es el hambre. Se habla de comidas, pero siempre son compartidas, de alimentación compartida».
Cómo un sencillo carpintero terapeuta en una provincia romana de mala muerte ha sido confundido con el mismísimo Hijo de Dios y ha creado toda una formidable civilización quizá parezca un misterio tan grande como los que enseña la fe, pero desde luego indica que Castillo ha dedicado su vida a un curioso personaje que ni es Dios ni hace milagros.
¿En qué sentido, entonces, es ‘teólogo’, es decir, docto en la Divinidad? Más: ¿por qué es un teólogo católico, en qué sentido? Precisamente para evitar la confusión y el escándalo de los fieles, para que estos puedan orientarse en la doctrina segura, es por lo que la Santa Sede retira la ‘venia docendi’ a quienes esparcen doctrinas contrarias al Depósito de la Fe, impidiéndoles enseñarlas en su nombre, como hizo con Castillo dos décadas atrás.
Y aquí es donde está esa insidiosa ambigüedad que hace desconcertantes las mejores declaraciones del Papa: Francisco le ha rehabilitado. Lo contaba José Manuel Vidal en la publicación que dirige y a la que nos hemos referido, Religión Digital: «Rehabilitación en toda regla del teólogo José María Castillo y de su obra. «Leo con mucho gusto sus libros, que hacen mucho bien a la gente». Con esta frase, Francisco ‘bendijo’ al teólogo español en el Vaticano, donde hace dos décadas le retiraron la ‘venia docendi’. Por su parte, a Religion Digital la invitaba a «seguir apostando por la renovación de una Iglesia en salida».